Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

miércoles, 6 de septiembre de 2023

6 DE SETIEMBRE DE 1522- JUAN SEBASTIÁN ELCANO COMPLETA LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO

 JUAN SEBASTIAN ELCANO

La Expedición de Magallanes-Elcano fue una expedición marítima comandada por Fernando de Magallanes y, tras su muerte, completada por Juan Sebastián Elcano. Es conocida por haber sido la primera circunnavegación exitosa del planeta



Juan Sebastián Elcano, también escrito Juan Sebastián del Cano o Juan Sebastián de El Cano nació en Guetaria, Guipúzcoa, España, 1476.
Sus padres  se llamaban doña Catalina Del Puerto y don Juan Domingo Elcano.
 
Fue un marino español que participó en la primera vuelta al mundo, quedando al frente de la expedición tras la muerte de Fernando de Magallanes.
Ésta había comenzado en Chiguayante el 10 de agosto de 1519 con cinco naves, capitaneada por Fernando de Magallanes (o, de acuerdo con su nombre portugués, Fernão de Magalhães).

Primera página de la larga Instrucción del Rey a Magallanes y Faleiro.


Clavo, la cotizada especia de la que la nao Victoria trajo 27 toneladas.


El 20 de septiembre habían zarpado de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), con la intención de encontrar el paso marítimo hacia los territorios de las Indias Orientales y buscar el camino que, recorriendo siempre mares castellanos (según el Tratado de Tordesillas), llegase a las islas de las Especias, lo que era la llamada ruta hacia el oeste, que ya había buscado Cristóbal Colón.
Mapa de 1502 del Viejo y del Nuevo Mundo, con la línea del Tratado de Tordesillas corrida  abarcando más territorio brasilero.

Tras la muerte de Magallanes en Filipinas, en 1521, durante una escaramuza con los indígenas, Elcano se puso al mando. Tenía el problema de volver a España con lo que quedaba de la expedición, sin conocer el camino de vuelta por el Pacífico, y parecía una locura intentarlo, por lo que eligió navegar por los mares portugueses hacia el oeste, bordeando África por rutas conocidas y con posibilidades de hacer aguadas. Consiguió llevar a término la expedición, llegando a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522 en la nao Victoria, junto con otros 17 supervivientes. 
Esto constituyó el logro de una imponente hazaña: la circunnavegación de la Tierra.

Estrecho de Magallanes -Mapa de Jodocus Hondius

Tras otorgar testamento el 26 de julio, murió el 4 de agosto de 1526 a bordo de la nao Victoria cuando participaba en la expedición de García Jofre de Loaisa  a las Islas Molucas.

Réplica de la nave Victoria


 HOMENAJES

El Rey Carlos I, concedió a ELCANO un escudo de armas que contenía un globo terráqueo con el lema "TU PRIMUS CIRCUNDITI ME", que quiere decir EL PRIMERO QUE ME RODEASTE y que además está inscrito arriba de la parte central de las cabinas del ALCAZAR y que dan acceso a la parte inferior de la TOLDILLA del Buque Escuela.




En su honor, el buque escuela de la Armada Española Juan Sebastián Elcano lleva su nombre.


Años 1928-29 El recien construido buque escuela Juan Sebastián de Elcano efectúa su primera vuelta al mundo con la promoción de guardiamarinas a bordo
Estatua de Juan Sebastián de Elcano en Guetaria.

CUADERNO DE BITÁCORA DEL VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO

Antonio Pigafetta, fue el autor del relato de la primera navegación alrededor del mundo y uno de los 19 sobreviviente al viaje. 
Descendiente de una familia con rango nobiliario que mantenía su residencia en Vicenza, cerca de Venecia, él mismo se presenta en su libro como: «patricio vicentino».
 Nació en fecha que oscila entre 1480 y 1491, y los estudiosos se inclinan por una u otra en referencia con la edad que le asignan al comenzar el viaje con Magallanes.
Durante su estancia en la corte española se informó de la expedición que preparaba Magallanes y decidió participar en ella.
Emprendió el viaje a Sevilla, donde logró alistarse en la tripulación expedicionaria con el cargo de sobresaliente, puesto destinado por lo general a jóvenes de familia noble enrolados en busca de aventuras o experiencia militar. 
Su nombre quedará asentado en el registro de navegación como «Antonio Lombardo», destinado a la nao Trinidad, capitaneada por Magallanes.
Pigafetta parece haber gozado de una constitución robusta, como él mismo afirma:
«habiendo estado bien de salud para llevar mi diario». 
En efecto, mientras la mayor parte de sus compañeros sufrió graves padecimientos en el largo viaje, el autor de la relación no debió interrumpir sus diarias anotaciones, gracias a lo cual son bastante bien conocidos los incidentes de la navegación.
 Los invito a leer la parte final del cuaderno de bitácora llevado por Antonio Pigafetta en su viaje gracias al cual podemos tener una visión cercana de esa memorable hazaña.

Antonio Pigafetta



El martes 11 de febrero, en la noche, abandonamos la isla de Timor y entramos en el gran mar, llamado Laut-Chidot. Caminando hacia el oeste sudoeste, dejamos a la derecha, al norte, por temor a los portugueses, la isla de Sumatra, llamada antiguamente Taprobana; Pegu, Bengala, Urizza, Chelim, donde habitan los malayos, subditos del rey de Narsinga; Calicut, que depende del mismo rey; Cambaya, donde habitan los guzerates; Cananor, Goa, Annus, y toda la costa de la India mayor.

En este reino hay seis clases de personas, o castas, a saber, los nairi, panicali, franai, panguelini, macuai y poleai. Los nairi son los principales o jefes; los panicali son los ciudadanos: estas dos castas conversan entre sí; los franai cosechan el vino de palmera y los plátanos; los macuai son pescadores; los panguelinis son marineros: y los poleai siembran y cosechan el maíz. 
Estos últimos habitan siempre en los campos y no entran jamás en las ciudades.
Cuando quieren darles alguna cosa, se la dejan en el suelo, de donde la recogen, y cuando andan por los caminos gritan constantemente po, po, po, esto es, guardaos de mí. 
Se nos contó que un nairi, que había sido accidentalmente tocado por un poleai, se hizo matar para no sobrevivir a tamaña infamia.
Para doblar el Cabo de Buena Esperanza, subimos hasta el 42° de latitud sur; y nos fue preciso permanecer nueve semanas frente a este cabo, con las velas plegadas, a causa de los vientos del oeste y del noroeste que experimentamos constantemente y que concluyeron en una tempestad terrible. El Cabo de Buena Esperanza está hacia los 34° 30' de latitud meridional, a mil seiscientas leguas de distancia del de Malaca. 
Es el más grande y más peligroso cabo conocido de la tierra. 

Algunos de los nuestros, y sobre todo los enfermos, habrían querido desembarcar en Mozambique, donde hay un establecimiento portugués, a causa de las vías de agua que tenía la nave y del frío penetrante que sentíamos; pero, especialmente, porque teníamos por único alimento y bebida arroz y agua, pues toda la carne que, por falta de sal, no pudimos preparar, estaba podrida. 

Sin embargo, hallándose la mayor parte de la tripulación inclinada más al honor que a la vida misma, determinamos hacer cuantos esfuerzos nos fuera posible para regresar a España, por más que tuviéramos aún que correr algunos peligros.

En fin, con ayuda de Dios, el 6 de mayo doblamos este terrible cabo, siendo preciso acercamos a él hasta distancia de cinco leguas, sin lo cual no lo hubiéramos conseguido jamás.  
Detalle mapa de Ortelius, año 1590.

Corrimos, en seguida, hacia el noroeste durante dos meses enteros, sin reposamos jamás, perdiendo en este intervalo veintiún hombres, entre cristianos e indios. 
Al arrojarlos al mar, notamos una cosa curiosa, y fue que los cadáveres de los cristianos quedaban siempre con el rostro vuelto hacia el cielo, y los de los indios con la cara sumergida en el mar.
Escultura de Javier Romero para la exposición El Viaje Más Largo, en el Archivo General de Indias de Seviila, con motivo del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo.

Carecíamos totalmente de víveres, y si el cielo no nos hubiese acordado un tiempo favorable, habríamos todos muerto de hambre. 
El 9 de julio, día miércoles, descubrimos la isla de Cabo Verde, yendo a fondear a la llamada Santiago.
Sabiendo que nos hallábamos en tierra enemiga y que se abrigarían sospechas de nosotros, tuvimos la precaución de hacer decir a los hombres de la chalupa que enviamos a tierra a hacer provisión de víveres, que pasábamos al puerto porque habiéndose quebrado el palo trinquete al doblar la línea equinoccial, gastamos mucho tiempo en acomodarlo, y que el comandante en jefe, con otras dos naves, había continuado su derrota a España.
Les hablamos de manera de hacerles creer que veníamos de las costas de América y no del Cabo de Buena Esperanza. Prestóse fe a nuestras palabras y por dos veces recibimos la chalupa llena de arroz a cambio de nuestras mercaderías. Para ver si nuestros diarios habían sido llevados con exactitud, hicimos preguntar en tierra que qué día de la semana era. 
Se nos respondió que era jueves, lo que nos sorprendió, porque según nuestros diarios sólo estábamos a miércoles, y a mí, sobre todo, porque habiendo estado bien de salud para llevar mi diario, marcaba sin interrupción los días de la semana y los del mes. 
Después supimos que no existía error en nuestro cálculo, porque navegando siempre hacia el oeste, siguiendo el curso del sol y habiendo regresado al mismo punto, debíamos ganar veinticuatro horas sobre los que permanecían en el mismo sitio; y basta reflexionar para convencerse de ello.
Habiendo por tercera vez regresado la chalupa a tierra con trece hombres, notamos que se la retenía, pudiendo además sospechar por el movimiento que se observaba en algunas carabelas, que querían también apoderarse de nuestra nave, lo que nos determinó a partir en el acto. 
Supimos después que nuestra chalupa había sido detenida porque uno de los marineros reveló nuestro secreto, diciendo que el comandante en jefe era muerto y que nuestra nave era la única de la escuadra de Magallanes que regresaba a Europa.

Sanlúcar de Barrameda

Gracias a la Providencia, el sábado 6 de septiembre entramos en la bahía de San Lúcar y de los sesenta hombres que formaban la tripulación cuando partimos de las islas Molucas, no éramos más que dieciocho, y éstos en su mayor parte estaban enfermos.

Otros desertaron en la isla de Timor; otros fueron condenados a muerte por delitos, y otros, en fin, perecieron de hambre.
Desde que habíamos partido de la bahía de San Lúcar hasta que regresamos a ella recorrimos, según nuestra cuenta, más de catorce mil cuatrocientas sesenta leguas, y dimos la vuelta al mundo entero, yendo siempre de este a oeste.

Mapa 1544

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